Querida amiga:
Seguramente desde donde estás confirmarás que te recuerdo aunque ya hayan pasado tantos años de tu partida.
Es imposible olvidarme de todas las cosas que compartimos juntas, por eso quiero elevarte junto a una oración estas palabras que me nacieron del alma y del corazón.
Aún recuerdo tus ojos siempre alegres, como tu rostro se iluminaba cuando el amor de tu vida te regalaba una rosa. Recuerdo tu piel clara como la blanca paloma de la paz, siempre conmigo, poniendo a mi pena las alas y colores de tus palabras, siempre acompañando mis alegrías con tu sencilla luz de la verdad. Tenías la belleza de un ángel, eras el hombro en el que lloré abatida y hoy en este día te recuerdo con nostalgia…
A tu sombra yo confié mis secretos, a tu consuelo mi llanto a tu alegría mi alegría. Hoy caen sobre mí el dolor y la tristeza, el desenfrenado cansancio del recuerdo, fuiste mi amiga y un día te marchaste como el sol que se oculta al final de un camino, creí en aquel momento que era un sueño tu partida pero cuando lloró el cielo pardo conmigo descubrí que tu sueño era un viento infinito…
Hace tiempo que la muerte te ha convertido en distancia, hace tiempo tambien que mi vida sigue sin tu amistad, mi corazón te nombra y en el tiempo te recuerdo, solo me queda pedirle a Dios que te guarde en su Reino y que te permita recordar todos y cada uno de los momentos que vivimos durante el tiempo que duró nuestra amistad.
Espero amiga del alma, que a esta carta la leas sentada en una nube de algodón rodeada de ángeles amigos. Tú amiga por siempre y para siempre.
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