¿Qué crees que ocurriría si alguien te dijese al oído que todos tus sueños se harán realidad?
Probablemente sentiríamos el mismo alivio que cuando nos liberamos de una pesada mochila tras un largo y duro viaje. La vida se tornaría más liviana. El corazón se sosegaría. Empezaríamos el día sintiéndonos tranquilas y agradecidas por lo que ha de venir. El futuro empezaría a vislumbrarse con una claridad inusualmente extraña, a la vez que exultante. El presente se viviría con total intensidad…
Es exactamente igual que conocer el final de una novela. No importa lo mucho que puedan sufrir los protagonistas. Sabemos que todo acabará bien y nos volcaremos emocionadas en el disfrute de cada detalle, saboreando cada palabra.
Cuando tenemos la garantía de que todo irá bien perdemos el miedo a lo desconocido. Nos enfrentamos a la vida de una forma muy diferente: Con autoconfianza, optimismo y energía. Sin miedo a tomar acción o a equivocarnos. Nuestra piel se recubre de una valentía hasta ahora desconocida y el corazón lleno de emoción será el motor de nuestra vida. Nos sentimos capaces de lograr cualquier meta y esta seguridad en nosotras mismas es la que dirigirá todas nuestras acciones.
No hay necesidad de planificar el camino. Es el propio camino el verdadero disfrute de nuestra existencia. Creer en algo es, sin lugar a dudas, la forma más segura de que acabe ocurriendo.
Sin embargo, por regla general, solemos hacer justo lo contrario. Nos pasamos gran parte de la vida dudando, sacrificando nuestro presente y haciendo planes para el futuro. Un futuro incierto en el que las cosas jamás suceden como las imaginamos. Planificamos porque necesitamos sentir seguridad. Dudamos de nuestra capacidad. No confiamos en la vida.
Estamos tan ocupadas que no somos capaces de ver que la vida ya nos aporta todas las herramientas necesarias para encontrar lo que necesitamos. Tenemos soluciones, oportunidades y caminos delante de nuestras narices, pero nuestra falta de visión y de confianza hace que desperdiciemos todos nuestros recursos.
Cuando estamos convencidas de algo, de una forma u otra acabará sucediendo. No sabremos cómo ni cuándo, pero ocurrirá. A su debido momento. El día menos pensado y de una forma más sencilla de lo que jamás soñamos
. No son los planes los que nos llevan hacia el éxito, sino la fe absoluta de que lo lograremos. No puede planearse lo que aún se desconoce. Pero sí puede saberse lo que se desea y tener plena confianza en ello.
Los sueños crecen si se les mantiene en libertad, cuando no se espera nada de ellos ni se les exige. Vive con la mente abierta y el corazón agradecido. Lleva siempre tus sueños contigo y aliméntalos con ideas nuevas y creativas. Siéntete merecedora de todo lo bueno que está por llegar. Abre las puertas y deja que entre. Visualízate con tus sueños ya cumplidos.
Eres una mujer afortunada y mereces conseguir todo lo que desees. No hay nada imposible, por absurdo, por difícil y por lejano que parezca. Si lo crees, lo conseguirás.
Deja que la vida te enseñe lo que tiene para ti. Fluye con ella para que te ayude a conseguir tus metas de la forma más fácil. No fuerces situaciones. No te aferres a nada. No huyas de nada. Nuestra mente es limitada y se bloquea cuando se la fuerza. Cuando dejamos de esforzarnos nos liberamos de nuestras limitaciones. Somos capaces de crear situaciones que nuestra mente nunca pudo llegar a ver.
Hay quienes necesitan ver para creer. Si tan sólo supieran que los milagros funcionan justo al revés. Para ver, primero hay que creer.