DÉJALO HABLAR... porque hay en su pasado un tesoro lleno de verdad, de belleza y de bien.
DÉJALO VENCER... en las discusiones, porque tiene necesidad de sentirse seguro de sí mismo.
DÉJALO IR A VISITAR... a sus viejos amigos porque entre ellos se siente revivir.
DÉJALO CONTAR... sus historias repetidas, porque se siente feliz cuando lo escuchamos.
DÉJALO VIVIR... entre las cosas que ha amado, porque sufre, al sentir que le arrancamos pedazos de su vida.
DÉJALO GRITAR... cuando se ha equivocado, porque los ancianos como los niños, tienen derecho a la comprensión.
DÉJALO TOMAR UN PUESTO... en el automóvil de la familia cuando van de vacaciones, porque el año próximo tendrás remordimientos de conciencia si el abuelito ya no existe.
DÉJALO ENVEJECER... con el mismo paciente amor con que dejas crecer a tus hijos, porque todo es parte de la naturaleza.
DÉJALO ORAR... como él sabe; como él quiere, porque el adulto mayor descubre su divinidad en el camino que le falta recorrer.
DÉJALO MORIR... entre brazos llenos de piedad, porque el Amor de los hermanos sobre la tierra, nos hace presentir mejor el torrente infinito de amor del universo.
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